OPERACIÓN PAÑAL Edit


TEXTO: Ángela Flores.

ILUSTRACIONES: Mª José Rodríguez.

EDITORIAL: Cuatro hojas.


Ratoncita va a cumplir tres años, y como todos los niños tiene que pasar al cole de mayores. Lo que no se esperaba es la temida "operación pañal". ¿Operar al pañal? ¿pero si no puede ponerse malo, no?





Sí, toca hablar de esa mal llamada "operación pañal" que a muchas familias genera ansiedad, únicamente porque la sociedad lo marca.
Al leer este libro me trae muchos recuerdos y no muy agradables precisamente (han pasado tres años), aunque de todo se saca el lado positivo y el aprendizaje. Un desastre emocional (para todos pero sobre todo para el peque) del que me arrepiento y trataría de otra forma.
Si hay una palabra clave para esta “operación” es: ACOMPAÑAMIENTO.



Es el corazón de este libro. Ratoncita, pese a sus esfuerzos, no puede evitar hacerse pis y cacas encima... todo le supera. De hecho, la presión para entrar en el “cole de mayores” supera a todos. Chuches, canciones, bailes, pegatinas... nada es efectivo para que Ratoncita controle por fin sus esfínteres.
¿Os habéis parado a pensar el stress que puede suponer para una niña o niño hacer algo para lo que todavía no está preparada/o? ¿La enorme frustración que conlleva, a menudo transmitida por los padres?
Y más aún si cabe si no paramos de decirles frases como: 

Eres una bebé...

             Mira fulanita/o que no lleva pañal y tú sí...

                     ¿Hasta cuando piensas estar así? ¿no ves que ya eres mayor?




Vuelvo a la palabra clave. Un día Ratoncita se sienta a hablar con su padre, éste le pregunta por fin cómo se siente y ella consigue desahogarse. Por eso el acompañamiento emocional es vital para dar pie a la expresión de las emociones. Me gusta mucho que Ángela se haya centrado en la figura del padre, la participación e implicación en el control de los esfínteres debe ser de todos por igual y en este caso, el papá hace algo clave en la crianza respetuosa: Hacer ver a su hija que la escucha, preguntándole cómo se siente, así de sencillo.


Recuerdo aquellos momentos de enorme impaciencia, de pruebas y más pruebas, de enfados y riñas... Y me entristece pensar que lo único que importaba era que dejara el pañal porque en el cole así lo mandaban. Aunque tengo que reconocer que el apoyo de las profesoras fue total. Siempre he abogado por una crianza respetuosa y es asombroso como en un tris, se va todo al garete por culpa de la dichosa impaciencia. No podía entender cómo después de tantos intentos y explicaciones, el peque seguía haciéndose caca encima. Llega un momento que es tal la desesperación, que ya una no sabe ni cómo actuar. 

Un día me hice una pregunta: ¿Cómo narices lo estará pasando él? Es tal la ceguera que nos nubla que no somos capaces de ver más allá y darnos cuenta de que esos pequeñajos están en un torbellino que les ha sacado de su desarrollo habitual, con la confusión que ello conlleva. Por eso siempre siempre insisto en el acompañamiento emocional y lo repetiré hasta la saciedad. No miremos nuestras prisas ni las que el cole o la sociedad marcan. Miremos a nuestros pequeños y hagamos caso a las señales. 



En unas guías finales escritas por Tania García, fundadora de Edurespeta y escritora, y Raquel Monfort, pediatra respetuosa y asesora en lactancia materna, nos cuentan las claves básicas para esta operación pañal, que a veces es totalmente natural y otras no (marcada como decimos por los centros educativos):

“Debemos iniciar la operación pañal Teniendo en cuenta:
  • Cuando el niño o niña hayan adquirido un buen reconocimiento de su cuerpo y necesidades.
  • Cuando esté emocionalmente preparado.
  • Cuando no esté estreñido previamente.

Por eso Tania recalca que esta mal llamada operación en realidad no existe. “Debemos defender la realidad cerebral de los niños y niñas, en vez de perpetuar sus infancias con intereses puramente adultos y sociales, obsoletos e incoherentes”.


Las ilustraciones de Mª José Rodríguez tratan de transmitir precisamente esos momentos de frustración, en los cuales Ratoncita se siente confundida y culpable por no ser capaz de conseguir el objetivo (que no es el suyo). Todas las páginas tienen pinceladas de humor con una simpática mosca aviadora que hace de las suyas como balancearse en el tendedero, cortar la señal de prohibición a hachazos (cualquier cosa por su amiga), e incluso apagar fuegos cuando el papá se enfada.



Escuchemos a nuestros peques. Respetemos sus ritmos. Actuemos por igual en los centros. Si se sugiere u obliga a quitarlo, ayudemos a las niñas, niños y sus familias a realizar esa transición, sin trabas y con respeto.

“EL PAÑAL SE DEJA, NO SE QUITA”.
Tania García.






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