CARLOTA NO DICE NI PÍO Edit

TEXTO: José Carlos Andrés.

ILUSTRACIONES: Emilio Urberuaga.

EDITORIAL: NubeOcho.


LA TRAMA

Carlota no habla con nadie, le basta con sus gestos porque todo el mundo la entiende. Si quiere un bocadillo de mortadela o está cansada y no le apetece jugar, solo tiene que hacerse entender mediante gestos aunque en clase lo tiene un poco más complicado siempre lo consigue.
Un buen día se queda encerrada en la despensa, ¡completamente sola! Y aunque trata de comunicarse con el bote de tomate y el frasco de mermelada  mediante gestos, estos no responden así que no le queda más remedio que armarse de valor y hacer algo que hasta ahora no había hecho: ¡Hablar!
Al principio solo sale un leve susurro pidiendo ayuda, pero armándose de valor consigue lanzar un precioso grito azul que llega no solo a su casa sino a otros pueblos vecinos. Sus padres acuden rápidamente a ayudarla y Carlota les habla por primera vez en mucho tiempo utilizando una sola palabra: Gracias. Al ver que es capaz de hablar y superada la barrera, no solo les explica el miedo que ha pasado encerrada sino que aprovecha a contarles  muchísimas cosas que tenía enormes ganas de decirles.

CÓMO SURGIÓ "CARLOTA NO DICE NI PÍO"

En palabras de su autor José Carlos Andrés:

Una amiga me contó que su hija Carlota tenía mutismo selectivo, hablaba solo con su familia. Y poco. 
Un día, estando de vacaciones en un hotel, en uno de esos despistes que se tienen de: “Nos bajamos en el quinto, no en el cuarto, no en el quinto…” todos se bajaron menos Carlota, que se quedó sola en el ascensor. 
De ahí nació el cuento que escribí para ella, que fue mi primera lectora (en realidad fue la primera en escucharlo, porque no sabía leer). 
Luego trabajé el texto para adaptarlo al formato de álbum ilustrado y ¡Tachán! Nació Carlota no dice ni pío.

MIS IMPRESIONES

Ya he manifestado unas cuantas veces lo mucho que adoro a José Carlos Andrés, soy fan, sí, de su forma de transmitir historias con un humor muy suyo. Incluso en esta historia no deja el humor de lado para hablarnos de un trastorno que sufren mucho niños y que la Asociación Española de mutismo selectivo y trastornos de ansiedad (AMSTA) lo define así: 

“El mutismo selectivo es un trastorno de ansiedad que se manifiesta en la incapacidad de hablar en ciertas situaciones sociales en las que se espera que se haga (como en la escuela), aunque sí se es capaz de expresarse en otros contextos, por ejemplo, en el hogar.
El niño o niña con mutismo selectivo no tiene ningún problema para articular las palabras ni para comprender el lenguaje, sino que se siente inhibido en situaciones sociales que le son poco familiares.
La ansiedad que puede manifestar en situaciones sociales le genera gran malestar, afecta sus relaciones personales (provocando sensación de soledad y aislamiento) y sus resultados académicos, ya que el profesor tiene dificultades para evaluar destrezas a nivel oral, por ejemplo, la lectura.
Es frecuente que estos niños sean descritos como tímidos, tranquilos y también experimenten otros trastornos relacionados con la ansiedad, especialmente fobia social.”


Estamos ante una historia de superación de los miedos, de lo importante que es expresar los sentimientos y de una niña real que se llama Carlota como nos ha contado José Carlos.

Me encanta que Carlota sea capaz al fin de expresar sus sentimientos, que saque todo el valor que lleva dentro para hacer algo que hasta ahora había sido incapaz. Que por fin tenga confianza en sí misma para poder salir de una situación angustiosa que como ella bien dice a sus padres: “Pasé miedo porque me sentí sola pero no era así. Estaba conmigo y vosotros cerca”.


Emilio Urberuaga, el papá de Manolito Gafotas entre otros, ha dado forma y color a esta historia que desde luego no defrauda con su estilo tan característico. Carlota no habla pero con sus expresiones los lectores la entendemos a la perfección y Emilio ha sabido plasmar cada detalle para hacernos sentir esa angustia que Carlota siente al quedarse encerrada y la liberación posterior al superar la situación, esa cara relajada y sonriente lo dice todo. ¿Por qué su voz es de color azul? ¿Os lo habéis preguntado?
Yo sí, y el autor me contó un secretillo que hace referencia a las voces blancas de los niños, ya sabéis, esa voz característica de los niños al cantar antes de la pubertad. Pero para darle un color característico a esa preciosa y dulce voz de nuestra protagonista, pensaron en el color azul. Una voz capaz de hacer que las moscas dejen de zumbar y que las flores de crecer. Una voz que llega a pueblos lejanos y que a su paso hace que las notas musicales de una radio caigan al suelo y las letras de un libro salten al techo.


Otra curiosidad que me gusta en los álbumes ilustrados es que se den situaciones secundarias a la historia principal, como la de un pequeño ratoncito llamado Tom, fiel compañero de Carlota y reflejo de su personalidad ya que mientras vemos cómo Carlota se desenvuelve en la despensa tratando de buscar una salida, Tom por su parte se arma de valor igual que ella para atrapar a un gato y así, superar su miedo a ellos (aunque le escapa al agarrarle del rabo). 


Este ratón seguirá junto a Carlota siempre, porque ella se siente segura junto a él y sus padres, con la confianza suficiente para nunca más tener miedo.




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