LOS PIRATAS EN JAPÓN Edit

TEXTO E ILUSTRACIONES: María J cuesta.



LA TRAMA

Esta es la historia de un barco pirata con cien cañones, una bandera de muchísimos colores y una enorme calavera.

Una tripulación muy peculiar viaja a bordo...          
 ¡Piratas!

Van en busca de un tesoro surcando los siete mares pero se pierden por el camino y llegan a la tierra del sol naciente: Japón.

“Como un pulpo en un garaje está la tripulación. Tienen que cambiar de traje, ¡Van llamando la atención!”

Aquí comienza la muestra de las costumbres de ese extraño país donde no hay rastro de carne frita, todo lleva arroz y pescado crudo (El capitán se quedó mudo), y la tecnología punta que no está reñida con la tradición hace que toda la tripulación añada a sus viajes unos cuantos cachibaches.


María J Cuesta escribe e ilustra esta divertida historia con textos rimados para el goce de los peques, una sonoridad en los versos que tanto llama la atención en los niños, que hacen que escuchen sin pestañear a quien cuenta la historia.

Esta es ya su segunda edición y estos singulares piratas siguen surcando los mares atracando en muchas casas y mostrando las costumbres de ese peculiar país como es Japón.

¿Pero por qué Japón? ¿Por qué se le ocurrió a la autora escribir una historia de piratas? Así nos lo cuenta:


CÓMO SURGIÓ "LOS PIRATAS EN JAPÓN"

En palabras de la autora María J cuesta:

Hay cuatro o cinco libros de mi infancia, que me convirtieron en un "ratón de biblioteca" y me hicieron decidir desde muy pequeña que quería ser escritora. Uno de ellos es El pirata Garrapata de Juan Muñoz. La vida pirata siempre me ha parecido fascinante. Es una vida dura en la mar, pero a la vez es emocionante por los grandes viajes y sus descubrimientos. Además, es fácil plasmar una tripulación de piratas como una pequeña familia donde no hay razas, ni colores, ni diferencias por discapacidades o edad, y eso me encanta. 
Quise que los piratas visitaran en primer lugar Japón porque me parece un país fascinante por su cultura, su gastronomía, su arte, sus costumbres y sus innovaciones tecnológicas. En Los piratas en Japón quiero contar un cuento divertido, donde la tecnología es algo natural que nos ayuda en el día a día, y que no está reñido con la tradición. Por otro lado, quise mostrar que hay culturas, comidas, idiomas y tradiciones muy diferentes, y que esas diferencias nos enriquecen, aunque al principio puedan ser ¡un gran shock!  


Partamos de la base de que en lugar de un loro les acompaña un pato muy pingo que siempre busca comida, algo nos dice que estos marineros son un tanto peculiares. 
¡ARRRRR! Suelen gritar los piratas junto a su botella de ron, aunque tal y como la autora nos los muestra, no se les ve muy rudos ni agresivos, más bien todo lo contrario, mediante acuarelas de colores vivos nos presenta a una simpática y un tanto despistada tripulación, que sueñan con un gran cofre de oro que... bueno... tanto soñar y soñar a alguno se le va un poquito la mano con el timón. 

“Se pierden por el camino
¡Y aparecen en Japón!
¡Ay, caray, qué desatino!
¡Vergonzosa confusión!”

Pero lo que van a encontrar será una muy grata sorpresa que hará que se olviden de su tesoro. El monte Fuji y sus blancas cumbres les dan la bienvenida junto con un montón de altos edificios con letras extrañas y farolillos de colores adornando las fachadas.

Aún más sorprendidos se quedan cuando se encuentran con las gentes que allí habitan. Con vestimentas extrañas y la cara pintada no paran de sonreír al verles, con risillas disimuladas detrás de un abanico y ojos muy rasgados los miran extrañados.


Sus raídas ropas de piratas son lo que más llaman la atención a las gentes de este país. Pero lo que más le duele a esta hambrienta tripulación es que ¡No hay rastro de carne frita! Solo arroz y pescado crudo, raros, muy raros estos Japoneses...

Sorprendentemente la tecnología no está reñida con la tradición, y esto es un puntazo maravilloso que le da a la historia un toque fresco y moderno porque ¿Qué hubiera sido de los antiguos piratas si hubieran tenido una tablet con GPS? Quizá llegarían antes a sus tesoros y ya no les quedaría nada qué hacer... ummmm... ¿Qué pensáis?


Nuestros despistados piratas llenan su barco de todo tipo de objetos: Sombrillas, kimonos, farolillos, pantalla de plasma, Tomtom (avisa radares ¡ojo!) y hasta un Manolito para limpiar la cubierta, bueno así es como lo llamo yo, y es que están en todo, ¿para qué limpiar y fregar si un robot puede hacerlo?



Zarpan de nuevo rumbo al tesoro pero ¿sabéis qué? Yo creo que ya lo han encontrado: Un país y una cultura diferente, gentes maravillosas que no han dudado en ayudarles en su aventura... ya lo dice el refrán: Quien tiene un amigo, tiene un tesoro.


En la página final podremos encontrar las ilustraciones de nuestro amigo el pato comedor de cecina y unos pequeños ratoncillos que pasan desapercibidos a lo largo de la historia, pero que tendremos que encontrar tal y como María J cuesta nos los presenta en esta última página, escenas de las que quizá no nos hemos dado cuenta mientras leíamos el libro y que ahora podemos buscar revisionando todo de nuevo, un juego que a los peques les encanta, y a mí, que conste, también.

Cierro esta entrada haciendo alarde de mis grandes conocimientos de Japonés: 

Sayonara...





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